En Mayotte, la sensación de que “a Francia le importa un comino” la isla

Seis meses después del devastador paso del ciclón Chido, el departamento de Mayotte sigue sumido en la miseria. A la espera de la votación sobre la ley que restablecerá el archipiélago a finales de junio, los residentes con los que Floor Bouma, periodista de NRC Handelsblad, se reunió en los Países Bajos, se sienten "abandonados a su suerte".
“Mamá, ¿dónde está nuestra casa?” La noche que el ciclón Chido azotó Mayotte, el hijo pequeño de Nifani Daoud, de 39 años, no entendía qué había pasado. El 14 de diciembre, cuando la tormenta tropical que asoló Mayotte durante horas finalmente amainó, Nifani Daoud, su esposo y sus tres hijos abandonaron su refugio para regresar a su hogar en el pequeño pueblo costero de M’Tsangamouji. Pero no quedaba nada, solo tierra roja. “El viento se lo llevó todo”, recuerda Nifani Daoud, con los labios pintados de azul, mientras sus tres hijos jugueteaban con sus piernas.
Las calles en pendiente estaban cubiertas de ramas, palmeras caídas y láminas de hierro corrugado. La gente estaba en shock: aturdida por la devastadora fuerza del ciclón, profundamente entristecida por la magnitud de los daños y eufórica por haber sobrevivido. El número de muertos ascendía a 40, había 41 desaparecidos y cientos de heridos.
Cuatro meses después, en Mayotte, esta isla montañosa casi cuatro veces más grande que París, enclavada entre Madagascar y Mozambique, parece como si el ciclón hubiera pasado hace una semana. Las calles están despejadas, y con este clima tropical, la exuberante vegetación ha vuelto a crecer en parte, sin duda, pero el paisaje sigue siendo apocalíptico: árboles arrancados, coches destrozados, casas destrozadas, veleros destrozados hasta donde alcanza la vista. Aquí y allá, a lo largo de las calles, montones de basura desprenden un hedor nauseabundo.
Courrier International